Entrada 5

Los Tres Cerditos

Un cuento que me contó mi mamá cuando era pequeña era el cuento de los tres cerditos. Había una vez tres cerditos que eran hermanos y vivían en el fondo del bosque. Siempre habían vivido felices hasta que se enteraron, de que había un lobo. Lo cual tuvieron la gran idea de construir sus propias casas. El primer cerdito decidió hacer su casa de paja para terminar más rápido. El segundo cerdito decidió construir su casa de madera, lo cual también terminó rápido. Por otro lado, el tercer cerdito decidió construir su casa de ladrillo, y a él le tomó más tiempo en terminarla. Después de que todos habían terminado su casa, se juntaron y empezaron a cantar, felices que el lobo no se los iba a comer. Asimismo, el lobo los alcanzó a escuchar y les dijo que se los iba a comer a los tres. Por lo cual cada cerdito se fue para su propia casa, que habían construido. El lobo decidió comerse a los cerditos uno por uno, lo cual empezó con el cerdito que vivía en la casa de paja. El soplo y soplo hasta que derrumbo la casa, y el cerdito como pudo corrió hacia la casa de madera que había construido su otro hermano. Pero el lobo no se dio por vencido y soplo y soplo hasta que por fin les derrumbo la casa, lo cual los dos cerditos corrieron hacia la casa de ladrillo de su tercer hermano. El lobo pensó que iba a ser buena idea comerse a todos juntos, por lo cual soplo y soplo, pero no pudo derrumbar la casa. El lobo se enojo y entro por la chimenea para sorprender a los cerditos. En cuanto bajo el lobo de la chimenea piso una trampa para ratas y gritó con gran dolor. Después de limpiarse las lagrimas el lobo todo enfurecido empezó a buscar a los cerditos, pero noto que estaba obscuro y busco una lampara para prenderla. En cuanto le pico al botón para prender la lampara, le dio toques y se desmallo. Los cerditos notaron que estaba desmallado, y entre los tres lo llevaron hacia el río. Cuando despertó el lobo, se dio cuenta que estaba atado a un tronco eh iba a toda velocidad sobre el río, y sin poder hacer nada calló desde una cascada. Los cerditos ya contentos, que ya no iba a estar el lobo, construyeron dos casas más de ladrillo, por si acaso, y vivieron felices por siempre.